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Rothfugio

De paso por Chile

De paso por Chile

[1ª PARTE]

Pues aquí estamos, ahora mismo en la facultad, nuestro centro de operaciones al otro lado del Atlántico. Os contaré brevemente cómo fue el día de ayer. Debo decir que tengo la cabeza un poco descolocada porque no sé ni en qué hora ni en qué día vivo, y eso que el jet lag no es excesivo, pero ando perdido más que un hijo de p**a en el día del padre...

Bueno, pues ayer llegamos a eso de las 9:15 aterrizando en el aeropuerto de Santiago. El vuelo fue bastante bien, conseguí cabecear a ratos y sin darme ni cuenta habían pasado las casi 14 horas de viaje, y no se hizo pesado, así que no estuvo mal la cosa. El asiento era más espacioso de lo que pensaba, así que no podía quejarme. Nos recogieron, nos llevaron a nuestro "departamento" y allí dejamos las cosas. Un salón agradable, dos dormitorios con camas de colchón algo dudoso en calidad pero buena almohada (así que muy bien), cocina y baño. Luego fuimos a comprar algo de fruta y cosas varias para el desayuno para tener durante estos días, y de ahí a comer al "Parque Arauco", un macro-centro comercial donde hay de todo.

Después volvimos a "casa", deshicimos el equipaje, nos pegamos una ducha y fuimos al centro, a recorrer un poco las calles y zonas más llamativas, visita turística guiada y nos tomamos unos buenos "Schop" (pronunciado "chop", significa jarra de cerveza, pero ignoro de donde viene la palabrita). Y de ahí fuimos a cenar, después de la pedazo de caminata, tomamos el metro, el autobús y un taxi y a dormir, porque estábamos reventados a eso de las 23:00 de la noche, pero para mí había sido un día larguísimo.

Esta mañana nos hemos despertado muy pronto (amanece antes de las 6:00 de la mañana aquí) y entre cabezada y cabezada nos hemos levantado a eso de las 8:00-8:30, ducha, desayuno tranquilito y hemos venido acá. Me han presentado a toda la gente que no conocía y nos iremos a "almorzar" en un ratito.

La cosa pinta bastante bien, desde nuestro apartamento se ve la Cordillera (se ve desde todas partes de Santiago, como si lo flanqueara impertérritamente, como una barrera infranqueable), y la verdad es que ayuda a orientarse incluso estando colgado por los pies cabeza abajo (pero hay que tomar las referencias contrarias, claro). Eso sí, hace un calor de mil demonios, de unos 32º C, pero la sensación térmica es de 30 y muchos casi 40. Ya nos han avisado de que deberíamos ponernos protector solar (es lo que tiene asomarse al agujero de la capa de ozono), así que veremos si no acabo tan quemado como en Suecia...

En cuanto al viaje al sur, salimos en avión el lunes por la mañana hacia Puerto Montt, creo recordar, al cerro de La Picada, junto al volcán Osorno, justo al Este del lago Llanquihue (ya me he ubicado), y allí pasaremos los días necesarios hasta completar el trabajo entre currar, beber cerveza, pescar y comer salmones y poco más, así que habrá tiempo de sobra para hacer de todo y de nada, porque no sé qué podremos hacer allí. Y como mucho, tenemos que devolver la camioneta el próximo lunes aquí en Santiago, con lo cual no nos demoraremos más de una semana (soy consciente de que suelto palabros chilenos, pero no pienso evitarlo).

Por lo demás creo que no mucho, no hay más que contar, así que os iré poniendo al día conforme avance la situación. Pero vamos, estoy bien, y eso que todo es muy distinto a cuanto me había imaginado (Santiago es una ciudad de contrastes y me cuesta mucho), y se me hace raro estar en el otro lado del mundo, a 12.000 Km de distancia, en un país distinto donde hablan mi idioma. No sé si sentirme extranjero o no, porque es extraño para mí, un chico de provincias que a cada paso que da no puede evitar pensar que está batiendo el récord de lo más lejos que ha estado nunca de casa, qué le vamos a hacer...

Besos mil al pie de los Andes. ¡Muacks!

Pues aquí estamos, ahora mismo en la facultad, nuestro centro de operaciones al otro lado del Atlántico. Os contaré brevemente cómo fue el día de ayer. Debo decir que tengo la cabeza un poco descolocada porque no sé ni en qué hora ni en qué día vivo, y eso que el jet lag no es excesivo, pero ando perdido más que un hijo de p**a en el día del padre...

Bueno, pues ayer llegamos a eso de las 9:15 aterrizando en el aeropuerto de Santiago. El vuelo fue bastante bien, conseguí cabecear a ratos y sin darme ni cuenta habían pasado las casi 14 horas de viaje, y no se hizo pesado, así que no estuvo mal la cosa. El asiento era más espacioso de lo que pensaba, así que no podía quejarme. Nos recogieron, nos llevaron a nuestro "departamento" y allí dejamos las cosas. Un salón agradable, dos dormitorios con camas de colchón algo dudoso en calidad pero buena almohada (así que muy bien), cocina y baño. Luego fuimos a comprar algo de fruta y cosas varias para el desayuno para tener durante estos días, y de ahí a comer al "Parque Arauco", un macro-centro comercial donde hay de todo.

Después volvimos a "casa", deshicimos el equipaje, nos pegamos una ducha y fuimos al centro, a recorrer un poco las calles y zonas más llamativas, visita turística guiada y nos tomamos unos buenos "Schop" (pronunciado "chop", significa jarra de cerveza, pero ignoro de donde viene la palabrita). Y de ahí fuimos a cenar, después de la pedazo de caminata, tomamos el metro, el autobús y un taxi y a dormir, porque estábamos reventados a eso de las 23:00 de la noche, pero para mí había sido un día larguísimo.

Esta mañana nos hemos despertado muy pronto (amanece antes de las 6:00 de la mañana aquí) y entre cabezada y cabezada nos hemos levantado a eso de las 8:00-8:30, ducha, desayuno tranquilito y hemos venido acá. Me han presentado a toda la gente que no conocía y nos iremos a "almorzar" en un ratito.

La cosa pinta bastante bien, desde nuestro apartamento se ve la Cordillera (se ve desde todas partes de Santiago, como si lo flanqueara impertérritamente, como una barrera infranqueable), y la verdad es que ayuda a orientarse incluso estando colgado por los pies cabeza abajo (pero hay que tomar las referencias contrarias, claro). Eso sí, hace un calor de mil demonios, de unos 32º C, pero la sensación térmica es de 30 y muchos casi 40. Ya nos han avisado de que deberíamos ponernos protector solar (es lo que tiene asomarse al agujero de la capa de ozono), así que veremos si no acabo tan quemado como en Suecia...

En cuanto al viaje al sur, salimos en avión el lunes por la mañana hacia Puerto Montt, creo recordar, al cerro de La Picada, junto al volcán Osorno, justo al Este del lago Llanquihue (ya me he ubicado), y allí pasaremos los días necesarios hasta completar el trabajo entre currar, beber cerveza, pescar y comer salmones y poco más, así que habrá tiempo de sobra para hacer de todo y de nada, porque no sé qué podremos hacer allí. Y como mucho, tenemos que devolver la camioneta el próximo lunes aquí en Santiago, con lo cual no nos demoraremos más de una semana (soy consciente de que suelto palabros chilenos, pero no pienso evitarlo).

Por lo demás creo que no mucho, no hay más que contar, así que os iré poniendo al día conforme avance la situación. Pero vamos, estoy bien, y eso que todo es muy distinto a cuanto me había imaginado (Santiago es una ciudad de contrastes y me cuesta mucho), y se me hace raro estar en el otro lado del mundo, a 12.000 Km de distancia, en un país distinto donde hablan mi idioma. No sé si sentirme extranjero o no, porque es extraño para mí, un chico de provincias que a cada paso que da no puede evitar pensar que está batiendo el récord de lo más lejos que ha estado nunca de casa, qué le vamos a hacer...

Besos mil al pie de los Andes. ¡Muacks!

[2ª PARTE]

Un gran fin de semana. Rapidito rapidito cuento cómo han sido los últimos días de mi estancia en el continente sudamericano, porque tenemos unas cuantas cosas que hacer, que luego relataré brevemente (si es que me da tiempo). De primeras, y antes de que se me olvide y para no repetir, decir que todos los días sin excepción nos marcamos uno de esos desayunos que tan bien te hacen sentir, de ésos sobre los que el gran Goyo Jiménez diría que tienen una “ingente cantidad de comida (para los de la E.S.O….)”, con café, zumo (de papaya y manzana), tostadas con palta y queso fundido (que le hacen a uno heridas por abrasar el paladar), damascos, plátanos, galletas de limón, mermelada de mora y qué se yo…

El viernes fuimos a cenar al Wierstuder, un bar-restaurante alemán cerquita del Parque Forestal, donde pudimos degustar las especialidades de la casa, entre fricas, ensaladas, chucrut y otras delicias, acompañadas de unos buenos “schop” de cerveza negra, claro. Y hasta le surgió la duda a la camarera de si Jesús y yo éramos hermanos, a lo que yo contesté que sí, por supuesto… Y ya por la noche, a dormir plácidamente porque había sido también un día largo (aunque algo relajado) en la facultad.

El sábado, almuerzo en casa del gran Germán. Germán nos recibió en su humilde morada junto a su familia: Claudia y los chicos, Alejandro y Carlos. Fue un almuerzo que se extendió desde las 13:00 hasta las 23:30, y durante el cual no faltó de nada. Y cuando digo de nada es de nada, conversaciones de todo tipo, vino, cerveza, juegos variados con los chavales… Hablamos de ciencia, política, educación, anécdotas, familia, historia (es por cierto una familia muy viajada, versada, experimentada y sabia, con varios idiomas en su haber, dicho sea de paso). Unos tipos bien inteligentes y unos chavales encantadores. Allá estuvimos jugando basket, ping-pong, poker y hasta tocando la guitarra, enseñándonos unos a otros. Realmente un día-noche-velada fantástico durante el cual me sentí absolutamente como en casa. Qué hospitalidad más maravillosa… y es que, como decía Rosa Amanda: “Vas a ver cómo quieren en Chile al amigo…”. ¡Qué razón llevabas, Rosa! Claro, Jesús era “el Godo”, y yo era “el otro Godo, o el moro”, y fue rebonito disfrutar de un abrazo tan cálido por parte de gente tan buena, tan honrada y tan genial. Muchísimas gracias a todos, porque fue un día inolvidable.

Ayer domingo amanecimos más calmados, y después de desayunar nos recogieron para dar una vuelta por el Parque Metropolitano de Santiago, en el Cerro de San Cristóbal, y disfrutar de unas vistas realmente impresionantes de la ciudad. Vimos en lo alto a la Virgen, una estatua monumental donde hay enclavada una ermita, con su capilla, su santuario, y su “plaza vasca”, en la que al parecer se congregan los vascos afincados acá y descendientes de los susodichos, con sus heraldos tallados en la roca (de todos los territorios que según ellos les pertenecen). Después nos acercamos a la piscina de Antilén (“lugar de sol”), otra localización fantástica, pero no pudimos asomarnos finalmente a la de Tupahue (“lugar de dioses”). Así que de ahí decidimos ir a comer unas buenas y auténticas empanadas chilenas con cerveza; y héteme aquí que nos encontramos con la consorte y la hija de Raúl, nuestro anfitrión, colega, tutor, maestro y guía, y nos fuimos directos a su casa, a tomar el almuerzo en familia. Disfrutamos de una larga y entretenida sobremesa chachareando sobre los más diversos temas, desde ciencia hasta revoltijos sociales y farándula científica, recordando y debatiendo personajes insignes de nuestro área y de muchas otras cosas, en la terraza familiar con vistas a la ciudad, a la Cordillera (desde ahora siempre en mayúsculas) e incluso a “Sanhattan”, el centro financiero de la ciudad (estos chilenos son dados a ponerle sobrenombre a todo lo que se cruce por delante…). De ahí, raudos y veloces hacia el Cajón del Maipo, a visitar a Marcia, que nos esperaba en su casa preparándonos un aperitivo que sirvió de cena y que de nuevo amenizamos con anécdotas de todo tipo y puestas en común sobre lo que haremos a partir de hoy. Por el camino de ida vimos el río Mapocho, el Colorado y el Maipo, y el de vuelta nos lo pasamos escuchando típico folclore chileno. La verdad es que fue otro día fantástico, broche de oro para un fin de semana intenso en experiencias y en conocer gente, lugares y parajes que no dejan de dejarme literalmente boquiabierto. Y por cierto, muchísimas gracias, Marcia, porque fue una velada absolutamente genial.

Y ahora mismo, entre que dejo estas experiencias aquí y demás cosillas, terminamos de preparar todo para nuestro viaje hacia el sur, hacia la X Región. Volamos en un rato hacia Puerto Octay, donde tomaremos una camioneta que nos llevará a La Picada, a las faldas del Volcán Osorno, junto al Lago Llanquihue. Lo que allí nos espera lo relataré a la vuelta (de conexión a Internet por allá nada de nada), así que no puedo dar detalles ahora mismo. Pero prometen unos paisajes únicos sin duda, ya contaré.

Hasta entonces, buena semana, y veremos qué sucede…

P.D.- ¿Qué diantres de sueños estoy teniendo, ahora y en este lugar? Al cerebro no hay quien lo entienda, a ver si dejo de usarlo por un tiempo…

P.D.2.- Como esto lo estoy escribiendo en la noche del domingo al lunes desde la terraza del departamento porque no tendré tiempo mañana por la mañana de hacerlo y así sólo tengo que colgarlo, estoy escuchando a unos gayos cantando “Ese toro enamorado de la luna…”. Veremos a ver si duermo…

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